Algunas personas me preguntan como pueden contribuir, participar en el proceso de investigación con una Bitácora, he escrito un pequeño texto, pienso que no es suficiente… «una cosa es predicar y otra dar trigo«…
Selecciono de mi Blog entradas, alimento este nuevo proyecto. En la transición escojo entradas que dan sentido a esta bitácora… Mi viejo blog con los días contados… Me falta decisión para cerrarlo.
Día a día se transforma, en un nuevo relato.
Caminando por las mismas vías cincuenta años después. (28/02/2015)
La vida tiene pliegues insospechados que pellizcan el alma. Sucesos que se encadenan de forma rítmica. Por momentos nos conducen e impulsan como si formáramos parte de un ballet. Una danza que intuimos y ejercitamos hasta los más torpes. Estar conectados a la vida es mas fuerte que los planes, mas que los presupuestos y estrategias racionales que creamos y armamos .
Escribo estas palabras al borde de celebrar mis 54 años, después de una – inacabada – semana de especial intensidad. Una conexión latente, me lleva a activar viejos planes y proyectos … me conecto veinte años atrás con el fin de mis estudios universitarios. Me emociono y motivo desde una madurez pragmática; a veces ácida. Toma cuerpo mi Irreverencia con los que adolecen de humildad, con los que se crecen en la arrogancia. En este reto de contribuir con el conocimiento, desde una efervescencia controlada y discreta, irrumpen los sucesos del vivir me llevan a mi lugar; a uno de los lugares que ocupo en mi sistema.
La perdida de un familiar querido hace que se cumpla la profecía, la anticipación de un viaje esperado, previsible. Una vuelta a casa que es un pacto con la vida, un “pacto con el origen” . Me contaron que no se puede elegir donde nacer pero que si puedes pensar donde quieres terminar tus días. Cada día soy más consciente de esta elección. Y que lo más interesante, no es donde uno termine su vida, sino la capacidad o la posición que uno obtiene desde la elección. Desde este deseo.
Volviendo al viaje, se trata de una vuelta a casa para rendir homenaje a la vida, para conectarme con los seres queridos; para honrar a la familia. La conexión de personas, lugares, espacios y tiempos ha sido una cascada de recuerdos y símbolos.
A penas en doce horas he caminado por las calles de mis primeros años de vida, he visto la casa donde nací, he abrazado a las mujeres fuertes y solidas de las que tanto he aprendido y a las que tanto venero. Las que tanto me han dado para ser quién soy, las que tanto me han querido y me siguen queriendo. He visto, la estación donde jugaba. Hoy decrépita. Lugar mágico al que llegaban a diario: tres correos, dos rápidos y los mercancías que hacían de la ciudad un lugar enérgico y vital. He sentido el tren en la memoria de mis olores.
He caminado por las mismas vías por donde partimos tantas familias.He caminado por las mismas que utilicé para volver tantas veces con ilusión. Esas vías, que siguen allí, hoy llenas de hierbas, mirando al exterior como un símbolo de apertura y aventura. He honrado y despedido a un ser querido y he constatado que el amor es poderoso, contundente.
Como siempre digo, ayer se fue y mañana todavía no ha llegado. En este caso, no quiero que el tiempo pase sin dejar huella. No podemos vivir con la cabeza volteada al pasado, pero necesitamos (necesito) tener presente de donde venimos para saber donde vamos.
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